Joao Félix ya tira del carro del Atlético

Era su momento. En la primera final del curso para el Atlético, inmerso en una crisis de gol de dimensiones bíblicas y con la posibilidad de certificar el pase a los octavos de final de la Champions ante un rival al que no le iba más en la contienda que la honra, el futbolista llamado a hacer olvidar la difícilmente borrable huella de Antoine Griezmann tenía que aparecer. No era cuestión de cargar de piedras la mochila de un imberbe de 20 años con apenas una temporada de experiencia en el fútbol profesional, pero sí de asumir las responsabilidades que conlleva la etiqueta de haberse convertido en el cuarto futbolista más caro del planeta después de los 127,5 millones invertidos el pasado verano. Y Joao Félix no se escondió. Y Joao Félix tiró del carro.

El portugués demostraría desde el primer minuto su decisión. Que no le iba a pesar la presión y que se iba a echar el equipo a las espaldas. Con atrevimiento, pero también con humildad, pues cuando ya tenía el balón en sus manos para intentar convertir el penalti que él mismo había provocado, Trippier le sacó del foco. Así que no encontró mejor modo de levantar la voz que mostrar su catálogo de virtudes sobre el verde. Y los que le han visto jugar saben que no son pocas.